AYER, SALUDÉ CON LUCIO. Un encuentro de amigos a los 18 años de vernos la última vez...
- General Oswaldo Moreno
- 16 mar 2018
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 10 jun 2018

La última vez que le saludé fue hace 18 años, cuando siendo mi Jefe solía reportarle los avances del emblemático Proyecto de mando y control estratégico (C3I2) que el Comando Conjunto lo lideraba. Era un oscuro día de mitad de semana que el calendario marcaba 21 de enero, cuando el destino le llamó y le encausó -a decir de él- para salvar la Patria, y se fue: con indios, mulatos, negros, metiches, algunos pelucones y un buen número de militares politécnicos que le acompañaron, hasta el final de su patriótica aventura.

De él recuerdo claramente: su ímpetu; su altruismo; su gran energía; y, su enorme devoción a sus ideas: siempre prósperas, siempre innovadoras, siempre diferentes...
Yo tenía 19 y él 23. Me había graduado de subteniente con honores, siendo el mejor de mi clase, y alcanzando el reconocimiento de algunos países que me entregaron en magna ceremonia los más altos reconocimientos que un joven militar podía alcanzar.
Lucio Gutiérrez fue mi instructor, era Teniente, pero parecía uno más de nosotros: corría como una liebre, nadaba con un estilo que lo fue perfeccionando con el pasar de los años, era un extraordinario estudiante, buena persona, excelente atleta, era bueno para todo… los cadetes del glorioso Colegio Militar “Eloy Alfaro” queríamos seguir su ejemplo, pero en honor a la verdad… me fue imposible.
Los años fueron pasando, y después de aquella recordada ceremonia de mi graduación, nos volvimos a encontrar a los 20 años. Ahora él, era un próspero Coronel siempre dragoneante a General y yo un Teniente Coronel sumido en mis pensamiento militares y en mis estudios. El aciago jueves 21 de enero, nos separó para siempre: él, queriendo refundar la Patria y yo con la inmensa tarea de dilucidar lo bueno y lo malo de nuestro gran instructor.

Ya retirado, o mejor dicho, separado de las filas castrenses por orden de Rafael Correa, quise adentrarme a la política para confrontar con las mafias, los carteles organizados, los corruptos, contra los ladrones que le quebraron a la “Patria grande”, pero que va… no tuve la fuerza para entender que lo sucio, lo mezquino, la troncha, las componendas o el maletín eran los prerrequisitos para sobrevivir en la política ecuatoriana y con el empujón de mi esposa, no me quedó ni la fuerza ni la entereza para seguir en esta desenfrenada lucha por el poder y me fui retirando de a poco a mis cuarteles de invierno…
Pero Lucio sigue, con el mismo ímpetu que de joven nos inculcó, sigue creyendo en su refundación patriótica y sigue enfrentando con tesón y denuedo los grandes desafíos de sus inquietudes. De ahí mi admiración y sigo viendo en él, a un hombre incansablemente devoto de sus ideas, amén de que me guste o no su ideología revolucionaria.
Ayer, saludé con Lucio y le pedí disculpas por mis desenfrenos literarios y mis ásperos comentarios, presumiendo sus desatinos… nos dimos la mano y sonreímos levemente para la fotografía que con amabilidad lo hizo Santiago Merchán, su compañero y amigo, con quien cortésmente saludamos en la sala exterior del Zen Coffee del Círculo Militar de Quito.
Es hora de la despedida. Lucio venía de una reunión partidista en la Villa Flora y tiene que atender otra sesión de trabajo, siempre de la mano de doña Ximenita su sonreída y fiel esposa.

-Yo he perdonado a todos- dice, como clamando al cielo...
-Incluso a los Generales golpistas- exclama…
Preocupado trato de averiguarle si los oficiales que con dureza se refiere, son parte de los amigos del grupo que hemos fundado… Levanta su cara ya rasgada por el tiempo y me dice con firmeza que no se debe mezclar el proyecto académico en camino, con la política… Eso me tranquiliza enormemente.
De inmediato, me vuelvo al espaldar de mi poltrona, respiro profundo y doy gracias a Dios de seguir contando con él en la creación de la futura Asociación de exasesores y egresados del Colegio Interamericano de Defensa, Capítulo Ecuador, cuyo recién formado Directorio, lo ha nombrado como su Miembro Honorario. Saca un esfero, un “chimbo” esfero diría el sufrido pueblo, de aquellos que se compra en la tienda: sin tinta fina, sin plumín, sin capuchón, sin alimentador, sin nada de nada de lujos, porque para Lucio, el buen big de punta fina, le ha sido suficiente para haber sido siempre el mejor.
Mientras nos recuerda que se atrasa a su próxima reunión política, escribe:
“Para mí es motivo de inmensa alegría y un verdadero honor, recibir esta gran distinción, y aprovecho la ocasión para desearles el mayor de los éxitos en esta magnífica iniciativa. Con la mayor consideración y estima. f) Lucio Gutiérrez B.”

Han pasado siete días de aquel encuentro y hoy (23-mar) que Lucio se encuentra de aniversario, le he enviado un saludo afectuoso y he decidido enviarle esta especie de carta al excelso militar.
Es casi media noche y estoy cansado, ha sido un día muy pesado pero productivo para mí… la señal del whatsapp suena… es Lucio diciéndome: “Gracias mi estimado amigo y compañero de tantas luchas y tantas jornadas. Saludos.”
Me alegro de verdad que eso sea cierto…
Apago la computadora y me voy…
22h39
Quito DM., viernes 16 de marzo de 2018 / 00h05
Comments