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Y LOS VI PASAR... Un relato para los que los que se rehúsan a morir temprano...

Estoy retornando de Sevilla al Puerto de Cádiz donde el barco (crucero) puntualmente espera. El paisaje se quiebra cuando aparecen un extenso parque eólico que supongo servirá para dar electricidad a la ciudad que lentamente se va. Parezco algo cansado y veo que todavía me queda un cuarenta por ciento de batería en mi celular y decido escribir algo dedicado a las sonrientes y querendonas personas de la tercera edad que tanto me han llamado la atención en este corto pero alucinante viaje. Y LOS VI PASAR es un exiguo relato de lo que pude apreciar, sentir y vivir con los turistas del barco cuyo promedio de edad bordeaba los 65 años de edad y cuya madurez y senectud era vivida con extrema delicadeza y felicidad.



Empiezo escribiendo que…


La vida es una ruleta en donde la muerte apuesta a su favor más que la propia vida.

La vida es corta y sin embargo nos peleamos, nos enfrentamos con rabia y muchas veces perdemos el pulso del sentido real de su razón de ser y de su existencia misma...

Pero ellos ahí están, han estado siempre como desafiando al tiempo...


Los veo bailar aunque descompasados, los veo comer con gusto pero con menos apetito que antes, los veo reír juntos pero con algo de tristeza en sus almas... no sé porqué pero supongo que es por el poco tiempo que les falta por vivir. Sea poco o mucho lo que faltare, siento al mirar sus ojos vidriosos que me dicen que el fin se les aproximada, que el punto de inflexión ha sido sobrepasado y que es hora de recoger los pasos... pero ahí están sonrientes.


Han perdido el compás, el apetito y el gusto pero ahí están y los vi pasar ... pero ahora más cerca que antes.

Contesto atento sus afectuosos saludos como que quieren darme la bienvenida pero me rehúso a creer que debo estar con ellos...

Ayer, fue un día muy especial, nos reunimos todos en el esplendor de un gran salón. Nos reciben los anfitriones que la rica cena ofrecen. Comida a la carta con variedad de opciones: cócteles, vino y whisky fino son su especialidad; los deliciosos postres no se hacen esperar...es la fiesta que el capitán ha preparado y que con su mejor atuendo hemos de ir; vestidos largos y ellos con corbatín han salido guapos para el festín.


Fotografías, risas y fanfarrea es lo que miro, siento y escucho en mi rededor. Parece que estoy en una cápsula del tiempo, dentro de la que quiero gritar y mis deseos se vuelcan a querer regresar a mi perdida juventud, pero el ascensor que me lleva de vuelta a mi descanso me dice que debo salir que ya es hora de estar con ellos.


Los veo juntos, desafiando la inclemencias de los años: las canas pintadas: de dorado, grises, plateadas, y algunas veces de rojo. La edad y las copas de vino deleitadas son dos cosas que aquí en el barco no se puede ni se debe preguntar y eso hace bien porque ni la edad es de piedra ni el vino es eterno pues ambos se deleitan y se gustan con los años.


Su joyero aún vivo y reluciente adornan sus cuellos, sus dedos y sus manos como queriendo no irse para siempre, pero el mensaje es claro... es hora de dejarlos a los que vienen en su lugar.


Su forma casual de vestir casi no ha cambiado: zapatos Nike, jean, sombrero y gafas, acompañan a su característico atuendo sus modernas cámaras colgadas en su largo cuello las mismas que han desplazado a las anticuadas Polaroid y Kodak que en largas ocasiones les acompañó.


Su formalidad en vestir en ocasiones como ayer, dicen del respeto y protocolo que deben tener: sus buenos gustos al comer, sus buena gracia al conversar y su siempre sonrisa al saludar nos hablan mucho de la bondad y nobleza de su duro caminar.

Jorobados y algunos en silla de ruedas piden paso a los más jóvenes…jóvenes que piensan que nunca van a morir. Después de todo, los ancianos son más sabios que los que no quieren ver; sus mentes ya maduras nos demuestran que la vida de corta es; sus movimientos lentos y con pausa dejan ver unas manos temblorosas llenas de placer; pero, viajando y riendo van, como agradeciendo a la vida por la felicidad recibida.


¡Y los vi pasar... son ellos y ahí están...! son los jubilados, los veteranos de guerra, los retirados, los viejos, los ancianos, los mutilados y los enfermos que desafiando a la vida reclaman su espacio para reír, cantar y degustar mientras la muerte se les aproxima y me invitan a cenar y yo no quiero … y yo no quiero aún estar con ellos…


15h13



Sevilla- España, martes 17 de octubre de 2017

 
 
 

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© 2018  Publicaciones escritas por: Oswaldo Moreno

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